A ellos Dios ha elegido hacer notorias entre los gentiles las riquezas gloriosas de este misterio, que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.
Colosenses 1:27
Un día muy especial estuve en Londres por un viaje de negocios. Tenía una hora entre las reuniones y la cena, así que pensé en caminar un poco. No había ningún plan maestro sobre el lugar al que iba, sólo salir a estirar las piernas y tomar un poco de aire fresco. Y entonces sucedió.
Vi un par de luces brillantes y gente corriendo junta. Así que pensé en comprobarlo. Cuanto más me acercaba, más se enfocaba la creciente multitud. Parecía estar sucediendo algo que los excitaba. Se movían por todos lados, tratando de ver mejor algo.
Cuando me acerqué mucho, vi el motivo de su entusiasmo. Eran la reina Isabel y el príncipe Felipe. Se presentaron para visitar una librería. Cuando salieron, la gente empezó a inclinar la cabeza. La reina y Felipe se acercaron a la gente y empezaron a darse la mano y a hablar. Finalmente subieron a su limusina real y se marcharon, con una escolta policial.
Cuando volví a conectarme con mi socio comercial, les conté lo que había sucedido. Me dieron un puñetazo en el brazo con todas sus fuerzas y me gritaron por no haberlos traído. Luego supe que conocer a la reina estaba en su lista de deseos. El hematoma duró más de una semana.
Cuando vi a la reina, no fue porque entré a su sala ni nada por el estilo. No había nada que pudiera hacer para ganarme o merecer ese tipo de conexión o amistad.
Cuando se trata de conocer a la reina, es siempre y sólo si quieren conocer gente. Lo mismo ocurre con los presidentes y otras personas importantes. No puedes acceder a menos que primero vengan a ti o abran la puerta y te dejen entrar.
Es lo mismo con Dios, pero más. No hay manera de que descubramos quién es Dios por nosotros mismos que caminar hasta la luna. Él no sólo está muy por encima de nosotros, sino que es mucho más grande que cualquier cosa que podamos imaginar. Y es espíritu, lo que lo hace invisible para nosotros.
La única manera de aprender algo acerca de Dios es que él aparezca. Para que él haga acto de presencia. Para que él se revele a nosotros. Él tiene que dar el primer paso. Depende de Dios acercarse a nosotros.
Y para que se conecte con nosotros tiene que hacerse visible. Tiene que descender del cielo y entrar a este mundo de una manera que podamos ver. Que podemos oír. Eso lo podemos entender. Eso lo podemos saber.
pero en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien nombró heredero de todas las cosas, y por quien también hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser, sustentando todas las cosas con su poderosa palabra.
Hebreos 1:2,3a
Cuando Dios apareció en Jesús, hizo todo lo posible. No retuvo nada. No mantuvo nada oculto. No hay nada en un armario. No hay nada debajo de la alfombra. Dios hizo todo lo posible. Tomó todo lo que es y lo puso en Jesús.
Jesús no es sólo un dibujo o una imagen de quién es Dios. No es una estatua muerta de Dios. No es un pequeño modelo de plástico en el tablero de la vida que simplemente se parece a Dios. Ni siquiera es un robot computarizado que se ve y actúa como Dios.
No, Jesús es Dios. Período. Él es el verdadero negocio cuando se trata de descubrir quién es Dios. Cómo es él.
Resplandor – Dios no necesita que la luz brille sobre él para ser visto. Como el sol, emite su propia luz desde dentro de sí mismo. Jesús hace brillar quién es Dios desde dentro de sí mismo. Para que todos lo vean.
Representación – Es como si tomara un molde de sí mismo e hiciera una copia exacta de sí mismo. Y esa copia exacta se ve plenamente en y a través de Jesús. Vemos y escuchamos a Dios en todo lo que Jesús dijo e hizo.
Retención – Más que simplemente parecerse a Dios, Jesús sostiene dentro de sí mismo todo lo que Dios es dentro de sí mismo. Jesús sostiene y mantiene todo junto.
Verá, fue la gracia de Dios la que hizo que se mostrara a nosotros. Decidió mostrarse en Jesús. Él apareció en Jesús. No fue por nada de lo que hicimos o pudimos hacer.
Sin que Dios aparezca de una manera que podamos aprender. Alguien en quien apoyarse. Alguien que habló de una manera que pudiéramos oír y escuchar. Sin Dios dando el primer paso para iniciar la relación, estaríamos perdidos.
Sé que no es muy moderno decir que necesitamos ayuda para aprender acerca de Dios. Creemos que podemos resolver cualquier cosa con suficiente tiempo e información. Y si bien eso puede ser cierto para algunas cosas, Dios no es una de ellas. Está tan por encima de nosotros que, a menos que se agache, no tendremos oportunidad de descubrirlo. Conociéndolo. Recibiendo su amor.
Dios se ha manifestado en Jesús. Y no falta nada. Es decir, lo único que falta somos nosotros. Ha aparecido, pero tenemos que acudir a él. Corre hacia él. Ha bajado y nos ha invitado a estar con él. ¿Qué te detiene? ¿Te está frenando?
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