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People need hope more than ever. As followers of Jesus, we have this promise in Colossians 1:27.....CLICK HERE

Foto del escritorChet Gladkowski

Martes-Comisión

 

Me he convertido en su siervo por la comisión que Dios me dio de presentarles la palabra de Dios en su plenitud, el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora ha sido revelado al pueblo del Señor.

 

Colosenses 1:25,26

 

Siempre que vamos de vacaciones a la playa, alquilamos una casa o condominio. Nos hemos alojado en todo tipo de playas. Desde San Agustín hasta los Cayos de Florida, hemos estado en muchos lugares. Todos eran lugares y tenían todo lo que pudiéramos desear.

 

Pero todos tenían una cosa en común: había alguien a cargo. Un encargado que se encargaba de cuidar el lugar. Fueron comisionados, era su trabajo asegurarse de que todos se divirtieran y supieran cómo funcionaban las cosas.

 

Había horarios de check-in y check-out. Llaves para recoger y devolver. Boletos de estacionamiento que se exhibirán en los autos. También nos contaron sobre las costumbres o reglas locales que sería importante conocer. Compartieron folletos e información sobre atracciones locales y restaurantes para visitar.

 

Una cosa que todos estos administradores tenían en común es que no eran dueños de la propiedad. La casa o condominio era propiedad de otra persona. El nombre de otra persona aparecía en la escritura y en las pólizas de seguro. Cuando llegó el momento de pagar las facturas de la propiedad, alguien más tuvo que aportar el dinero.

 

Cuando Pablo recibió el encargo, fue como si Dios lo hubiera hecho administrador. Fue puesto a cargo de predicar y enseñar la palabra de Dios. Él era responsable ante Dios de comunicar cuatro cosas para Dios a la gente de todo el Imperio Romano.

 

  1. Quién es Dios.

  2. Cómo las personas están separadas de Dios.

  3. La gran salvación de Dios proporcionada en Jesús.

  4. Cómo eso afecta la vida de las personas.

 

¿Y cómo iba a presentar Pablo todo esto? A través de una vida que demostró estas verdades. Pablo era responsable ante Dios de “caminar el camino” y “hablar lo que se habla” cuando se trataba de cuál era el papel de Dios para él.

 

Sí, Pablo debía compartir con la gente de Colosas acerca de Jesús y su salvación. Pero Pablo debía hacerlo de cierta manera. Cuando Dios comisionó a Pablo, había condiciones y reglas específicas sobre la forma en que debía decirle a la gente.

 

Pablo no debía dar sólo una parte, sino que debía darles a todos todo. La palabra de Dios debía ser dada en plenitud. Lo completo. Totalmente entregado. No se podía dejar nada fuera. No se podía pasar por alto ni una sola parte.

 

Cuando Dios dice que hagamos algo plenamente, quiere decir plenamente. La palabra de Dios debía ser totalmente compartida y comunicada. No se podía dejar nada fuera. No se podía ocultar nada. No hay más misterios. Sin secretos.

 

Dios no le dijo a Pablo que solo revelara las partes con las que la gente fácilmente estaría de acuerdo. Pablo no debía reprimirse en cosas que algunas personas pudieran encontrar ofensivas. Ahora bien, tampoco debía ir a buscar pelea ni decirle a la gente de tal manera que intencionalmente los molestara.

 

Y parte de esa plenitud es quién iba a recibir la palabra de Dios. A todos, y Dios quiere decir que a todos se les debe informar. Pablo no debía ocultar nada a nadie. No debía contárselo sólo a cierto tipo de personas. De ciertos países. Con ciertos orígenes étnicos. Con determinadas cantidades de dinero.

 

Dios no es una clase de Dios que oculta su amorosa compasión a nadie. Sólo le interesa salvar a todos. Independientemente de quiénes sean o qué hayan hecho, la muerte de Jesús puede cubrir todos sus pecados.

 

Como dice la Escritura: “Todo el que cree en él, jamás será avergonzado”.

 

porque “Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.

 

Romanos 10:11,13

 

Parte de esa plenitud sobre la cual Dios le dijo a Pablo que compartiera su palabra llega a través de los siglos a usted y a mí. Piense en esto por un minuto, alguien a quien Paul le dijo lo compartió con otra persona, y esa persona lo compartió con otra persona. Una y otra vez a lo largo de los años, esto sucedió una y otra vez hasta que nos lo dijeron.

 

Ahora que lo hemos escuchado, tenemos una opción al respecto. ¿Recibiremos esta buena noticia de que Dios ha pagado por todos nuestros pecados a través de Jesús? ¿Renunciaremos a nuestra propia bondad y recibiremos lo que Dios nos ha dado?

 

Y entonces, ¿creceremos en esas buenas noticias? ¿Le daremos a Dios toda nuestra atención para no perdernos nada de lo que está tratando de decirnos? ¿Haremos a un lado nuestros derechos de manejar nuestra vida por nosotros mismos y vivir la vida buena y gloriosa que él nos ha dado?

 

Ah, por cierto, hay una cosa más. Tal como alguien nos dijo, debemos decírselo a los demás. No es algo que se supone que debamos ocultar. Todo lo contrario, tenemos el encargo, como el apóstol Pablo, de compartir a Jesús con las personas que nos rodean.

 

Ese es nuestro trabajo también. Si crees en Jesús como Dios, tienes el encargo de hacer lo que hizo Pablo. Dile a todos. Cuéntalo todo. Vive lo que cuentas. Es la vida más grande. Es la única vida que vale la pena vivir.

 

Si Jesús estuvo dispuesto a venir y morir por nosotros, ¿por qué no podemos seguirlo? ¿Hacer lo que hizo Pablo?

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